jueves, 6 de marzo de 2008

La fiesta del Pizjuán acabó en tragedia

Resumen de los lanzamientos de penalti




Se esfumó el sueño europeo para el Sevilla
tras caer en los penaltis ante el Fenerbahçe. Los hispalenses no tuvieron la suerte de otras ocasiones y vieron como se les iba un partido que se les puso de cara desde un principio. Todo hacía indicar en un principio que iba a ser una noche mágica para los de Manolo Jiménez, con un ambiente de gala y el himno del centenario en la previa todo recordaba a las noches de Eindhoven y de Glasgow. Esto se multiplicó tras los tempraneros goles de Álves y Keita pero una defensa demasiado blanda para la Liga de Campeones y un poco de mala suerte llevaron a los sevillistas a la eliminación y a los 'Canarios amarillos' a la gloria.

Con el primer tanto sevillista marcado en las gradas, el Fenerbahçe salió al terreno de juego asustado y el Sevilla dispuesto a llevarse el partido por la vía rápida. Capel era un auténtico martirio para la zaga turca y Álves, que se dio cuenta pronto que en este tipo de competiciones es donde debe rendir, lanzó una falta con un potente disparo e igualó la eliminatoria. Tan sólo cinco minutos después, Keita se encargó de llevar el delirio a las gradas y de convertir el sueño de los cuartos en realidad. Todo el mundo apostaba por el Sevilla en el minuto 10 de partido y se pensaba en la goleada tras los aciertos del Sevilla y los fallos de Volkan, villano de los turcos hasta el momento.

Con el partido en contra y dos goles encajados, el Fenerbahçe se dio cuenta de que no iba a ser fácil llevarse la eliminatoria con esa actitud. Debían aparecer las estrellas brasileñas del 'Fener' y mirar al marco de Palop. A pesar del cambio de actitud, las llegadas sevillistas y el control hispalense eran constantes y en un despiste de la zaga local llegó el tanto de Deivid. El brasileño remató sólo un córner desde dentro del área y puso el nerviosismo en la grada del Pizjuán. A pesar del dos a uno, los de Jiménez seguían a lo suyo, con llegadas al área de Volkan. Tras varias ocasiones, Kanouté marcó el tanto que parecía cerrar la eliminatoria al borde del descanso y los seguidores andaluces ya se veían en el bombo de los Cuartos de final.

Volkan, de villano a héroe

Con todo de cara, el Sevilla pensaba que todo estaba decidido y en Champions esto es mortal. El Fenerbahçe salió en busca de la meta de Palop. Dio un paso adelante y los locales sufrieron las envestidas de Álex, estrella de los visitantes, y el peligro de Kezman, muy activo durante todo el choque pero quizá, muy sólo en la zona de peligro. Todo esto más las jugadas a balón parado, llevaron los nervios al Sevilla y cuando todo parecía que ya había pasado lo peor, Deivid marcó su segundo tanto tras un centro de Álex, en una jugada a balón parado. El brasileño recibió sólo en el segundo palo y tras rematar al palo, recogió su propio rechace para empatar la eliminatoria. Viendo como se alejaba el sueño de cuartos y que no habían sido inferiores al Fenerbahçe, se llegó al final del choque y a la prórroga.

Con todo igualado y con el físico ya muy tocado por el duro y emocionante partido que se había disputado. El Sevilla buscó con más corazón que cabeza un tanto que les librara de la lotería de los penaltis y pusiera punto y final al sufrimiento de sus seguidores. Mientras, los hombres de Zico buscaron todo lo contrario y encontraron su objetivo tras colocar un 'muro' en la línea de defensa.

Ya en la lotería de los penaltis, el Sevilla se aferró a Palop y otras tardes de gloria vividas, como en la final de la UEFA de la pasada campaña ante el Espanyol. Los lanzamientos desde la pena máxima dictaron sentencia y caprichos del destino, quisieron que Volkan, que se tragó dos goles en la primera mitad, se convirtiera en el héroe parando tres lanzamientos: a Escudé a Álves y a Maresca.

Con todo esto, el sueño se convirtió en pesadilla para los hispalenses y se esfuman los Cuartos de final de la Liga de Campeones. El infierno del Sánchez Pizjuán no dió resultado tras un inicio de ensueño y los de Manolo Jiménez cayeron de la forma más cruel, con una suerte esquiva que les había sonreido en otras ocasiones.

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